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Frankenstein, internet y la obra de arte total: aportando a la confusión

Frankenstein, internet y la obra de arte total: aportando a la confusión




Estuve en el Tártaro del Teatro Colón, hace unas semanas -Agosto del 2022- en un ciclo de charlas llamado ‘Frankenstein, internet y la obra de arte total’. Me refiero al Centro de Experimentación del Teatro Colón (CETC), en donde dos personas de distinguidos apellidos -‘Werchowsky’ y ‘Strasnoy’- hablaron respetuosamente de la tetralogía de óperas obra de Wagner en relación sobre todo al concepto de Obra de Arte Total. Aquí una referencia en el programa de mano del evento: https://teatrocolon.dreamhosters.com/2022/programasdemano/experimentacion/frankenstein-internet-y-la-obra-de-arte-total.pdf 

Asistí a la apertura y al cierre del ciclo -primera y cuarta charla- así que confieso que por fuertes razones no pude asistir al ciclo completo. Sin embargo, no puedo dejar de señalar la pregnancia de acertadas observaciones sobre Wagner no faltas de ironía, es decir, carentes de sana sacralidad ante el gran compositor alemán. Pero quizás teñidas en opiniones sesgadas por el signo de estos tiempos posmodernos. Para especificar a qué me refiero, señalo la cuestión de deudor incobrable que perseguía al compositor tanto como la ‘exagerada’ introducción que significó el acorde de Mi bemol durante varios minutos, indicativo de una anunciada extensión temporal del discurso -Obra Total- que comprende a la tetralogía del Anillo del Nibelungo.





Al respecto, tangencialmente, quiero detenerme no más que un párrafo en lo que significa y significó el desembarco de la obra de Tolkien en la gran pantalla por parte de los grandes estudios de cine hace unos años, que al día de hoy nos inunda con la serie ‘Los Anillos de Poder’ luego de las trilogías de películas ‘El señor de los Anillos’ y ‘El Hobbit’. No me parece de menor importancia el señalar que entre ambas obras se alcanza el tiempo de desarrollo de la tetralogía de Wagner, superada con lo que está siendo ‘Los anillos de Poder’. Esta nueva serie de televisión lanzada también por streaming sería un equivalente a ‘El oro del Rihn’, en cuanto al orden cronológico de la narración, y en tiempo ya veríamos superado al de las óperas de Wagner que se reconoce al menos superficialmente por su exagerada extensión en la intención de narrar la creación de un mundos mitológicos. Por lo tanto, quiero señalar que la cuestión del tiempo necesario de observación de una obra como la tetralogía de ‘El Anillo del Nibelungo’ al día de hoy no es excusa para encontrar un desánimo en enfrentarse a Wagner, sobre todo considerando la comodidad del propio living hogareño y la tecnología de consumidor que disfrutamos en la actualidad. Sin embargo antes de finalizar este párrafo debo señalar la actituda sacralizante que podemos experimentar ante el enfrentarnos a una Obra Total como la que generó Richard Wagner hace tantos años y que al día de hoy siginifica aún una fuente inagotable de aprendizaje y riqueza artística.





Volviendo al Tártaro del Teatro Colón, me sorprendió el recorrido sobre el concepto de Obra de Arte Total, en donde cosas como la internet y ciertas obras artísticas de menor reconocimiento se ponían casi siempre a la misma altura. Es decir, noté una nebulosa similitud entre la realidad común y la obra de Arte, confundiendo ambos ámbitos -que yo daba por saldados en el mundo académico- de la realidad ordinaria y la creación artística, sin considerar la vocación del artista/Demiurgo en la realización de la obra. Porque reconozco el buen uso del concepto gnóstico de ‘Demiurgo’ que los representantes de la academia hacían en el ciclo de charlas, como conociendo a la perfección lo que ello significa en el nivel macro -universal- tal idea. Es decir, el Demiurgo es quien se pone en el lugar de creador de un mundo todo, y de ahí deviene que la Obra de Arte Total se relaciona con el Demiurgo. Sin embargo, la cuestión de autoría allí me resulta especialmente a la orden del día, desgraciadamente. En el Frankenstein que es hoy una obra de arte, conformada por miembros putrefactos de otras creaciones, el Demiurgo no es más que un reordenardor del caos actual conformando un ‘New Order’ de las cosas. Sin embargo, lo que el uso del término Demiurgo junto a la idea de Obra de Arte Total de la mano de Richard Wagner me pareció una intencionada vinculación de ideas que son opuestas en su base. Ciertamente el creador actúa de Demiurgo en su pequeña obra, pero por eso no cualquier cosa es una obra de Arte Total -en mi opinión-. Eso también trató de delinearse conceptualmente en las charlas, aunque confieso que no entendí la posición de los conferencistas. El autor es el creador, guste o nó, de un pequeño Universo, estamos de acuerdo. Confieso que me asustó la falta de distinción que lleva a creer que el canto de unos pájaros es una obra de arte, y no que se conforma como obra en cuanto un ser humano le utiliza deliberadamente como elemento dentro de un micromundo. 

No menos importante ha sido, lo cual tiene toda una relación con lo marcado anteriormente, la cuestión del transhumanismo también tratado y transitado en esta serie de encuentros del CETC.  Es justamente la cuestión de la manipulación del ser humano como obra de arte, contribuyendo a la confusión estratégica que pone a los individuos en el lugar de cosas, sin distinguir entre una intervención quirúrgica estética o un implante dental. Bien citado estuvo en el cuarto encuentro la obra de un artista que hizo de su cuerpo un lienzo para la adición de artefactos que le dotaron de aspecto transhumanista, pero lamento la confusión en cuanto a que la proliferación actual de cirugías estéticas o prótesis quirúrgicas es ejemplo de transhumanismo. Y encima de ello, cuestionarse si ‘se trata de una Obra de Arte Total’ el actuar sobre el propio cuerpo en la sociedad actual, dados los avances de la tecnología médica, también me parece un aporte la confusión.

También podría perderme en la cuestión de si los robots hoy son seres que no saben que son robots, bien trayendo la discusión planteada por el film ‘Blade Runner’ tiempo atrás. Cabe destacar la buena cita hecha también allí, en donde el Demiurgo se encuentra con una de sus obras, justamente la más Luciférica, para dar respuesta ante su creación; me refiero a  la película -otra de Ridley Scott en donde ocurre lo mismo que en Blade Runner pero en una situación muy diferente- ‘Prometheus’. Adoré esa referencia cinematográfica, relacionada incluso a Wagner porque la trama cita textualmente a ‘El oro del Rin’. Aplauso por el hallazgo, que claro, yo ya había visto y que había hecho resonar nuevamente en mí la música de Wagner.

En consecuencia, más allá de la incomodidad de cierta nebulosidad de conceptos y de una clara distancia emocional ante la obra de Wagner, con falta de conclusiones compensada por correctas citas y temas interesantes concatenados, puedo concluír en que soy capaz de agradecer que esta serie de encuentros del CETC haya sido enriquecedora; no tanto en su contenido, sino en aquellos temas actuales que puso en juego y generan en mí el seguir pensando por mi cuenta. Por suerte, no me pierdo en el laberinto, pero considero que allí se planteó un escenario para perderse.





Lamento el sesgamiento propio de estas épocas que ponderan un habitual comportamiento de razonar con falta de compromiso, cayendo en los argumentos correctos que dicta la época y la psico-región; y que por lo tanto no pueden ir por sí mísmo más allá de lo que le es dictado. Es decir, aprecio el valor y riqueza de los temas tratados pero me entristece que no se haya intentado llegar a conclusiones comprometidas que superen el nivel de la anécdota. 

Quizás así es como todo debe ser en la actualidad. Por un lado, lo academicista de permitir el doble pensamiento que no concluye, tal como se señala en la armonía wagneriana -‘una constante cadencia sin resolver’-, pero que en el nivel intelectual nos pone a todos en el nivel de comentaristas de la realidad que nos carcome días tras día. Finalmente, en su Obra de Arte Total, locura o egocentrismo, Wagner tiene más respuestas a todas aquellas preguntas que se han hecho hace unas semanas en el CETC, aunque ya no compartamos las ideas de aquél gran compositor del siglo XIX. Me alegra mucho poder haber salido del Tártaro de ese gran teatro con la certeza de que aún es posible dar respuesta a las dudas que se presentaron como grandes cuestiones, recordando que justamente sobre esos sótanos desde hace décadas se siguen representando aquellas obras -obras o quizás ‘sobras’- de los mundos creados por visionarios que fueron un poco más allá de lo académicamente correcto para el común de la gente de su tiempo. 

Creo que ser académicamente correcto no permite llegar a nuevas conclusiones, y que jugarse a ser incorrecto es la base de una nueva construcción sobre la que jugarse por conclusiones nuevas;  agradezco las preguntas que me dejaron, y no me queda otra opción que tomar posición y distancia con respecto a varias de las ideas recorridas en lo que presencié del ciclo del CETC. Así que muchas gracias por eso. Rezo porque nadie se haya perdido en el Tártaro del Colón, rodeado de las ruinas escenográficas de la tetralogía de Wagner.





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