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Sobre ‘El viajero de Agartha’, novela (1989) de Abel Posse

 

Leer a veces hace bien!



Acabo de leer el libro, Martes 3 de Diciembre de 2024 a las 22:39 hs. aproximadamente. Me propuse inmediatamente escribir una mínima nota al respecto, transmitiendo sensaciones que quizás pronto se desvanezcan.


La narración es maravillosa, fluida, rica en imágenes y detalles.

El tema es espinoso, delicado y pretencioso, por lo cual llega al punto a donde debía llegar, arriesgo decir: no traiciona, está a la altura de lo que se propone y me parece una maravillosa obra que transcurre no solamente en paisajes de difícil tránsito sino también en temas de incómodo nombrar, sin defraudar.


Uno de los temas en que estoy reflexionando desde hace tiempo, se ve alimentado con esta novela. Me refiero al del poder de la narración como formador de aquello que llamamos realidad o realidad propia, al menos. 


El personaje principal y protagonista de la historia es alguien que se mueve con la identidad de un otro al que tuvo que conocer a través de narraciones de su vida para poder así llevar adelante el papel, y durante la novela él se siente con-fundirse con el personaje que interpreta, por momentos. Justamente, se trataba de su enemigo. 

Otra cuestión relacionada a la narrativa es el contraste con civilizaciones extrañas a la del protagonista, como aquella en China donde el tiempo no pasaba a su manera, vislumbrando que el invento de la métrica del tiempo -como toda métrica, incluso- es parte de una civilización y a su vez actúa como prisión del propio pensamiento.

De hecho, una de las cosas más interesantes me pareció el giro que hizo el protagonista cuando recuperó -luego de la desaparición de las amantes vestales- su identidad previa que se veía amenazada por esa experiencia tan distinta de la vida en aquél espacio sagrado. Tuvo que obligarse a sí mismo a medir el tiempo, realizar cálculos, hacer ejercicio físico y controlar su alimentación en medio de ataques emocionales y una salud desmejorada. Es decir, sanó notablemente al recuperar la identidad que había llegado allí con él. Tuvo que trabajar en recuperar su personalidad ya que en ese sitio se estaba desconfigurando física y emocionalmente con respecto a quien había sido antes. 

De hecho, y me parece de un gran valor filosófico y literario lo que plantea el autor en esas páginas, donde el protagonista llegó a perder la narración dominante que lo llevó hasta allí y se puso a ver al mundo que le daba significado a su vida anterior como un algo ridículo y sin razón alguna. En esa crisis de identidad es cuando se ve el valor de la narración dominante en su vida, factor crucial para darle sentido a todas sus acciones y propósitos. Solamente volviendo allí, a la narración primordial relacionada con su misión nazi quiero decir, es que se recupera y continúa el viaje en las arenas del desierto, tal como Ulises en el mar tuvo que escapar de los placeres encontrados en una de esas islas que se narra en la Odisea. 


Otro aspecto valioso que veo en la narración de la novela es la conclusión, cosa que tengo fresca aún ya que la leí hace momentos, pero que siento repetida -o insalvable, mejor dicho- en este tipo de relato fantástico, por más arqueo-lógico que sea. Me refiero a que en cuanto al tema de mi interés con respecto a la narración como delineadora de las interpretaciones que luego un individuo haga del mundo que le rodea, claramente el relato nazi que porta el protagonista es llevado hasta el último umbral, es decir ante la puerta de Agartha, y alcanza el paso previo al Misterio aquél que nunca se resuelve. Es decir, desde mi punto de vista, el autor alcanza el extremo de la narración dominante del protagonista sin crear un nuevo plano de significación que justifique fácilmente todo lo anterior, digamos, una Agartha real para los sentidos y el objetivo de dar vuelta el resultado de la guerra -cosa que sabemos que efectivamente no pasó así-. Es decir, en su honestidad, el autor llega hasta el fin de la narración principal del protagonista sin ponerse a abrir un nuevo umbral de sentido, sino justo hasta allí, mostrando al protagonista cumplir con su destino y misión hasta las últimas consecuencias, agotando todo aquello que su sistema de creencias le brindó. De hecho, hasta escuchamos las incertezas del protagonista, todas dudas muy humanas.


Ahora recuerdo otro momento de la novela, cuando en un campamento nazi en Oriente el protagonista se encuentra con compatriotas. En esa etapa del libro creo que habla del objetivo de la ‘Ahnenerbe’ de ser la constructora de esa nueva narrativa que ayudaría al Tercer Reich a durar mil años. Es decir, resaltaba el poder de la narración en la configuración de un sistema de creencias para sostener a un sistema de poder que tenía como objetivo ser distinto a los demás sistemas dominantes, propio del diseño social que el nazismo pretendía y para el cual todo estaba justificado.

Esto último me resonó mucho con una lectura paralela que estoy haciendo, del segundo capítulo del libro de Y. Harari ‘De animales a dioses’ en donde el autor plantea que el poder de ficcionar que tuvo el lenguaje del homo sapiens ha sido lo que permitió una colaboración entre un gran número de especímenes pertenecientes a la especie, lo cual resultó en una ventaja crucial para ésta en la estabilización de su dominio sobre las demás - a diferencia de los otros homínidos y simios que no ficcionan, sino que simplemente usan el lenguaje para describir situaciones reales con relativa exactitud-. 

Digo yo, que Abel Posse deja que interpretemos que la construcción simbólica del nazismo con sus investigaciones arqueológicas y científicas era parte de un plan mayor de creación de una identidad propia y marcadamente diferenciada, es decir de un modo planificado de construcción de sentido alternativo como parte de un diseño social propio y diferente al de los demás sistemas políticos de su época.


Para finalizar, se me ocurre citar otro desenlace trágico en una novela de ficción más que nada por la sensación que obtuve al leerla, y que creo que literariamente está a la altura de esta: hablo de ‘1984’, de G. Orwell. Ya sé que las comparaciones nunca son felices y no quisiera hacer de esto una discusión -que no es el sentido de mi cita-, sino simplemente señalar el final de otro protagonista del cual se pueden percibir sus sensaciones personales en el transcurso de la trama, como en esta novela. Puntualmente me refiero a la conclusión en que el protagonista de ‘1984’ se emociona ante la noticia de un triunfo militar nacional  en algún lugar del mundo, luego de haber sido atrozmente torturado por el régimen de esa misma nación, que modificó por la fuerza su voluntad por medio del sufrimiento. Habiendo dicho esto, claramente es muy diferente el final del personaje protagonista de ‘El viajero de Agartha’, quien fue en su juventud un convencido nazi debido a la formación integral e intelectual del régimen y sus valores, no a través de tortura sino por medio de propaganda y misticismo. A tal punto que, habiendo dejado de creer en todo durante aquél momento de su estadía en el templo chino, pudo recuperar su sistema de creencias y llegar hasta el umbral de Agartha, convencido y esperanzado en cumplir con su misión -lo cual también rima con ‘sumisión’, yo diría sumisión a su propio sistema de creencias-. No es menor la diferencia entre ambas novelas, ya que en este caso se trata de abrazar la narrativa por voluntad propia y afrontar las consecuencias hasta el final. 

Lo cual se parece a cualquiera de esos sistemas de creencias que nos atraviesan a todos, en múltiples espacios de significación e incluso por encima de las culturas más diversas. 

Es decir, el protagonista logró vivir la propia historia dando la vida por ello, tal como hacemos probablemente todos los mortales.


Sin mucho más que decir, antes de cerrar el comentario recuerdo que las últimas entradas del protagonista en su diario personal son como una obra de arte que se desvanece y escribe solamente para no deshacerse el sujeto en granos de arena del desierto. Muy emotivo todo, describiendo la lucha del individuo ante la desmaterialización inminente al alcanzar el final de su propia historia.


¡Espero te haya gustado alguno de mis comentarios! Gracias por llegar hasta acá.

Comentarios

  1. Gracias Sebastián por compartir tus reflexiones! Inspiran y motivan para nuevas lecturas...

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